La opción de vivir amargado

Dejando al margen los casos de enfermedad y otras situaciones más complejas o traumáticas, hay personas que viven amargadas la mayor parte del tiempo. ¿Conoces a alguien así?
Seguramente, has encontrado a personas que se lamentan por los errores que han cometido; que se quejan como un disco rayado o que son incapaces de saborear un instante de paz o de placer, porque ya están pensando en los desastres que se ciernen sobre ellos.
Se sienten desgraciados. Llegas tú (que eres su amigo, su primo, su compañero de trabajo…), sugiriendo que valoren los aspectos positivos de sus vidas y que consideren soluciones para sentirse mejor. Pero tu buena intención no llega lejos.
Ellos prefieren vivir así, amargados. Es su decisión.
A ti te choca. Te es incomprensible que alguien quiera ser desdichado, en lugar de liberarse de ese equipaje de lamentos y tratar de ser un poquito más feliz.
… Pero es su decisión
¿Qué haces tú cuando encuentras a una persona que no quiere salir de su bucle de desgracias? ¿Te sientes frustrado cuando le dices que puede ver la situación de otra manera o probar opciones diferentes?
Sí, a veces es desesperante. No sabes cómo ayudarle.
En estos casos, yo intento frenarme en mis juicios. Después de todo, es su vida y, si la quiere vivir así, quién soy yo para decirle que se equivoca.
También procuro mostrar mi alegría cuando hace “lo contrario”. Es decir, cuando realiza comentarios positivos, cuando tiene iniciativas para resolver un problema, etc.
Y lo tercero que hago, evidentemente, es procurar no imitar su “estilo desgraciado” de vida. Como yo también puedo elegir, elijo no amargarme fácilmente.
¿Qué eliges tú? Esta nota va dedicado a mi querido esposito, que es muy renegón y que va por este camino, le aconsejo, le hablo, al final la decisión de vivir así es depende exclusivamente de él. Pero igual,  TE AMO MUCHO.

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