Los que no aparecen
Cuando
Jesús, el Hijo de Dios, vivió en la tierra, le contó a un chico una historia
sobre un hombre importante que estaba planeando un gran evento….¡Y ninguno de
sus invitados se molestó en asistir!
Jesús
le dijo: En cierta ocasión, un hombre organizó una gran cena e invitó a mucha
gente. Cuando llegó la hora, envió a su sirviente para que llamara a sus
invitados y les dijera: “Vengan, ya todo está listo”.
Pero
cada uno de los invitados dio una excusa y rechazó la invitación. Uno dijo:
“Dile a tu amo que por favor me disculpe, pues acabo de comprar un terreno y
necesito ir a verlo”.
Otro
dijo: “Le ruego que me disculpe, pues hoy compré cinco yuntas de bueyes y tengo
que probarlas”. Otro más dijo: “Acabo de casarme; dile que no puedo ir”.
El
sirviente regresó y le contó a su amo todo esto. El amo se enojó mucho y le
dijo: “Ve en seguida a las calles y callejones de la ciudad, y trae a cenar a
los pobres, a los ciegos y a los cojos”.
Cuando
el sirviente regresó, le dijo: “Señor, ya hice lo que usted me mandó; pero
todavía queda lugar en la casa”.
El amo
le ordenó: “Ve por las calles y callejones, y obliga a la gente a entrar.
Quiero que mi casa se llene. Pero ninguno de los que invité la primera vez
probará un bocado de mi cena.
Obviamente,
este hombre estaba herido y realmente enojado porque todos sus amigos lo
dejaron plantado. Ellos quisieron hacer otras cosas en vez de pasar tiempo con
él, y se sintió rechazado.
Dios se
siente de la misma manera cuando decidimos no seguirlo. Él ha preparado un
lugar para cada uno de nosotros en el cielo, y nosotros podemos ser parte
de eso, depende de cada uno de nosotros y de las decisiones importantes que
tomemos.
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